31 ene 2013

Yukio Mishima / La corrupción de un ángel


El mar de la fertilidad 

Capítulo 15

Tôru tampoco tenía que trabajar al día siguiente. Pasó la jornada viendo una película y contemplando los barcos en el puerto. Su turno empezaría a las nueve de la mañana siguiente.
   Tras diversos tifones el cielo de las postrimerías del verano desplegaba por vez primera nubes estivales. Se mostraba más atento que de costumbre a las nubes, pensando que éste sería su último verano en la estación de comunicaciones. 
   El cielo de aquella tarde era bello. Filas de nubes se hallaban suspendidas sobre el océano, como si fuera el mismo dios de las tormentas. 

Pero el inmenso bosque anaranjado de nubes estaba decapitado por otra capa de nubes. Aquí y allá los potentes músculos de las nubes de tormenta enrojecían de timidez y el cielo vertía sobre ellos una avalancha de intensos azules. Esta capa era oscura y relucía como un arco radiante. 
   Era la capa de nubes más próxima y más alta. En una perspectiva exagerada, las capas que seguían detrás parecían descender en escalones más allá del cielo claro. Quizás, pensó Tôru, era un fraude perpetrado por las nubes. Quizás las nubes, a través de un juego de perspectivas, estaban engañándole. 
   Entre las nubes, como antiguas figuras de guerreros en arcilla blanca, había algunas que semejaban dragones retorciéndose airada y tenebrosamente hacia las alturas. Algunas, al perder su forma, se teñían de rosa. Luego se separaban en suaves rojos, amarillos y púrpuras y perdían sus poderes borrascosos. El rostro blanco y resplandeciente del dios había cobrado el tinte ceniciento de la muerte.

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