20 jul 2016

Porno / Irvine Welsh


Aprendí paulatinamente a respetar estas drogas, a emplearlas con moderación. Durante la adolescencia o en plena juventud se puede ser indiscriminado, ya que uno tiene poca noción de la propia mortalidad. Por supuesto, eso no quiere decir necesariamente que uno vaya a sobrevivir a esa etapa.

Pero cuando andas por la treintena la cosa cambia. De pronto, sabes que en algún momento vas a morir, y en las resacas y los bajones se percibe en qué medida las drogas contribuyen a ese proceso; agotando los recursos espirituales, mentales y físicos, alimentando la apatía con la misma frecuencia con que alimentan la emoción. Se convirtió en un problema matemático en el que uno jugaba con las variables: unidades de droga consumidas, edad, constitución y ganas de quedar hecho polvo.

Alguna gente se desentiende directamente. Unos pocos continúan sin parar hasta el fin del camino, resignándose a la noción de la vida como un gran intento de suicidio a plazos. Yo decidí seguir con el mismo tipo de vida, saliendo, desparramando, pero bajo control. Luego, tras una semana muy mala, lo mandé todo al carajo, me inscribí en un gimnasio y me apunté a kárate.

Esta mañana tenía que salir del piso. Se ha enrarecido el ambiente con Katrin. Con las broncas puedo manejarme, pero los silencios me desgastan y la mordacidad de sus pullas me aturde y me escuece más que el directo de un boxeador. Así que cogí la bolsa de deporte y fui a donde voy siempre que me siento así.

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