22 ene 2014

El hèroe discreto / Mario Vargas Llosa


    Exijo una explicación- repitió Felícito, atorándose-: ¿Cómo sabían los bandidos que yo vine a la comisaria a denunciar ese anónimo?
    —De muchas maneras, señor Yanaqué —encogió los hombros el capitán Silva, mirándolo con lástima—.
Porque lo siguieron hasta aquí, por ejemplo. Porque lo conocen y saben que no es usted hombre que se deje chantajear  y va y denuncia los chantajes a la policía. O porque se lo dijo a alguien a quien usted contó que había puesto una denuncia. O porque, de repente, nosotros somos los autores de esos anónimos, los miserables que queremos extorsionarlo.
¿Se le ha ocurrido, no? Será por eso que anda usted de tan mal humor, che guá, como dicen sus paisanos.
      Felicito se contuvo las ganas de responderle que sí.
En este momento sentía más cólera contra los dos policías que contra los autores de las cartas de la arañita.
     —¿La encontró colgada siempre en la puerta de su casa?
     Le ardía la cara mientras respondía, disimulando su turbación:
     —La colgaron en la puerta de la casa de una persona que visito.
     Lituma y el capitán Silva cambiaron una miradita.
     —Quiere decir que conocen su vida a fondo, entonce­s, señor Yanaqué —comentó con lentitud maliciosa el capitán Silva—. Estos pendejos saben incluso a quién visita. Han hecho un buen trabajo de inteligencia, por lo visto. De ahí podemos deducir ya que son profesionales, no amateurs.
     —¿Y ahora qué va a pasar? —-dijo el transportista.
A la  rabia de un momento atrás, había reemplazado un sentimiento de tristeza e impotencia. Era injusto, era cruel lo que le estaba pasando. ¿De qué y por qué lo castigaban allá arriba? ¿Qué mal había hecho, Dios santo?
     —Ahora tratarán de darle un susto, para ablandarloafirmó el capitán, como sí hablara de lo tibia que estaba la noche—. Para hacerle creer que son poderosos e intocables. -juacaté, ahí cometerán su primer error. Entonces, empezare­mos a seguirles la pista. Paciencia, señor Yanaqué. Aunque usted  no se lo crea, las cosas van por buen camino.

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